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Riqueza estilo saudí... a una hora de Tamaulipas

México

Pero hoy este pueblito a menos de una hora de Tamaulipas es Dubai. Una historia que da un atisbo a lo que podría suceder en México tras la apertura de la reforma energética: es el corazón del renacimiento petrolero de Estados Unidos y una multitud de nuevos suburbios, malls, hoteles y restaurantes han comenzado a ser construidos en su periferia, donde ya hay una escasez de vivienda. Luego de ser uno de los condados más pobres del país, Karnes tiene ahora un ingreso per cápita equivalente al de Israel, un cambio de fortuna dramático que su nuevo apodo ilustra a la perfección: Saudi-America.

El mote tiene una razón de ser. Karnes y la zona circundante son hogar del yacimiento de petróleo shale o no convencional más grande del mundo, el Eagle Ford o Vado de Águila, una formación geológica que se extiende desde el sur de Dallas hasta muy adentro al norte de México y que tiene a la industria energética estadunidense viviendo una fiesta sin precedentes (y haciendo cálculos sobre qué tanto crudo podría haber en territorio de Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León).

Los anuncios en el diario local, el Karnes Countywide, dan una idea de lo que está pasando. "Rento cuarto para petrolero"... "Rento tráiler a cuadrilla"... "Presupuesto histórico para el condado gracias al petróleo". Lo que esos clasificados insinúan y los números confirman es que la revolución energética de Estados Unidos tiene una capital aquí, a tiro de piedra del río Bravo, a la mitad del desierto, en un oasis artificial al que miles de millones de dólares han fluido a alta velocidad tras perfeccionarse las técnicas de explotación de perforación horizontal y fractura hidráulica.

"Eagle Ford atrajo 30 mil millones de dólares en inversiones el año pasado", aseguró David Porter, comisionado de Ferrocarriles de Texas, entidad gubernamental encargada de la regulación energética en el vecino estado del norte. Es un 30 seguido de nueve ceros. El equivalente a casi 90 millones de dólares diarios. O tres millones de dólares cada hora. O para ponerlo en contexto: toda la inversión extranjera recibida por México en 2013 o el presupuesto entero de Petróleos Mexicanos (Pemex) para 2014.

Desde 2008, 14 empresas estadounidenses han inundado de inversiones el sur texano, peleando palmo a palmo por extraer todo el petróleo y gas shale posible en sus confines. Miles de trabajadores que laboraban en el Medio Oriente o en África han regresado a Estados Unidos y se han mudado a la zona, donde 116 mil empleos fueron creados en los últimos tres años.

Los salarios son irreales: 250 mil dólares al año para un geólogo y 184 mil para un geofísico. 91 mil para un técnico. Hay conductores de camión, simples choferes, a los que se les está pagando hasta 150 mil al año, de acuerdo con la Comisión de Ferrocarriles. Es una jauja que se extiende a otras áreas. "Hay quienes hablan de que a un mesero le están pagando 300 dólares a la semana", confió un político texano.

La fiesta va a toda velocidad. Tan rápido como pueden ser construidas, nuevas torres de extracción han comenzado a brotar en el horizonte, en donde por las noches las llamaradas de gas natural son tan intensas que iluminan varios kilómetros a la redonda. A última cuenta, a mediados de 2013, había ya más de 2 mil pozos de crudo y gas en Eagle Ford, casi una tercera parte de todos los que Pemex opera en México.

Pero Saudi-América no solo está cambiando las reglas del juego interno en EU. Puede ser la base de operaciones desde la que el capital texano se lance a la conquista del mercado de producción en México, tras la reforma energética aprobada el año pasado.

"El estado de Texas y México tienen mucha cooperación económica desde el punto de vista de exportación e importación de materias primas. Ciertamente desde un punto de vista logístico, esta región en Texas está lista para ser un hub para actividad de perforación en México (después de la reforma)", dijo a MILENIO Omar García, presidente de la Mesa Redonda Económica y Energética del Sur de Texas (STEER), una organización que representa a compañías petroleras de mediano y gran tamaño.

"Las empresas petroleras texanas saben hacer negocios en cualquier parte del mundo. Pero en el caso de México, la cosa es tan sencilla como cruzar un río", agregó. "El sur de Texas está posicionado para encargarse de parte de la perforación y producción en México, si es que llega a darse."

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Hace cinco años, hablar de riqueza en esta parte de Texas era impensable. Pocos habrían apostado por una franja desértica mejor conocida por su barbacoa y cacería de chivos salvajes y en donde el máximo orgullo eran los Castores Combativos, un imbatible equipo de fútbol americano de secundaria. Actualmente, el |Eagle Ford es un constructor de fortunas al que acuden productores de China, Indonesia y Rusia para tratar de entender qué exactamente está pasando en el equivalente estadunidense a la faja de Orinoco de Venezuela, el campo Gawhar de Arabia Saudita o el Cantarell mexicano.

Los cálculos del Departamento de Energía de Estados Unidos apuntan a que aquí hay una concentración de petróleo tal que está a punto de transformar el sur de Texas en la más grande zona de producción no convencional del planeta. Actualmente, un millón 200 mil barriles de crudo salen a diario de sus torres, que en 2015 ?en solo un año más? podrían producir hasta 2 millones de barriles cotidianamente. Es casi tanto petróleo que bien podría convertir a EU en un país independiente en materia energética por vez primera desde la década de los 70 del siglo pasado.

Todo eso, sin embargo, podría no ser nada más estadunidense. En Texas es vox populi entre la comunidad petrolera que este yacimiento se extiende a México. Algunos sostienen que hasta muy al interior de Nuevo León, a unos 450 kilómetros de distancia, aunque hasta el momento no ha habido exploración del lado mexicano que permita corroborar las sospechas. Lo innegable es que todos los mapas del Eagle Ford muestran una especie de cuerno que comienza delgado al sur de Dallas y se va ensanchando conforme se acerca a la frontera mexicana, en donde adquiere su máxima extensión, aproximadamente desde Nuevo Laredo, en Tamaulipas, hasta Piedras Negras, Cohauila. La pregunta es clave: ¿Por qué los yacimientos habrían de detenerse en el río Bravo?

"La Agencia de Información de Energía de Estados Unidos ha calculado que las reservas de petróleo y gas shale de México son las cuartas más grandes del mundo (...) y la cuenca de Eagle Ford en Texas, una de las áreas de shale más fructíferas del país, se podría extender a México", sostiene un reporte emitido en noviembre pasado por el Centro de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos (CRS por sus siglas en inglés).

Eso en Washington. En Texas la extensión del Eagle Ford a México es materia de cálculos que ya ocupan a la clase empresarial y política.

"Por lo que nos han dicho nuestros geólogos, potencialmente hay una veta que se extiende muy adentro, hasta Monterrey dicen algunos, y ciertamente con la reforma energética hay buenas posibilidades para que nuestras empresas texanas lleven operaciones a México", dijo García.

"Es cierto que tenemos aquí al sur de Texas el yacimiento de petróleo y gas shale más grande del mundo", concordó el comisionado Porter. "Pero también es cierto que estas formaciones geológicas llegan a México. Las vetas no conocen de fronteras ni de líneas. No saben que el río Grande (Bravo) está ahí".

A la pregunta de si sería un paso lógico para la industria texana cruzar a México una vez que se ha aprobado la reforma energética, Porter enfatizó en que para las empresas que ya están en el Eagle Ford, empacar y extender operaciones una o dos horas más al sur no representa reto logístico alguno. No para consorcios que han operado en Libia o en el desierto del Gobi.

"Sería solo cosa de mover los fierros, la infraestructura de ductos y la gente hacia el otro lado del río para atarlo al sistema estadunidense", respondió.

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La formación geológica del Eagle Ford data de los tiempos de los dinosaurios. Se compone de piedra sedentaria del Cretácico Tardío, lo cual quiere decir que tiene unos 65 millones años de edad.

Nunca figuró como productor de crudo.

Pero en 2008 una empresa, Petrohawk, apostó por buscar petróleo ahí, en medio de la nada. Era algo que iba contra el sentido común. "Todos se burlaron de ellos. Pensaban que era una locura extraer petróleo en esa zona", recuerda Tony Garza, ex embajador de Estados Unidos y ex comisionado de Ferrocarriles en Texas.

Los dueños de Petrohawk se decantaron por utilizar 2 técnicas novedosas para la extracción de crudo: la perforación horizontal y la fractura hidráulica. Y le pegaron al gordo. De 2008 a la fecha, la producción tuvo un crecimiento astronómico de2 mil 579 por ciento.

Eso en Estados Unidos. En México, todo es secreto: hasta ahora, Pemex no ha dado a conocer los resultados de algunos pozos de prueba en la parte mexicana del Eagle Ford, la veta saudí-americana que quizá no conozca de fronteras. Pese al vacío que hay debajo del río Bravo, el mapa sugiere algo: claramente hay algo debajo de la tierra.

Veta multimillonaria

La veta del Eagle Ford reportó un crecimiento de 2 mil 579 por ciento acumulado entre 2008 y 2013. Atrajo 30 mil millones USD en inversiones el año pasado.

La conjugación de las técnicas de fractura hidráulica y perforación horizontal abrieron la explotación a gran escala en el Eagle Ford. En 2008 había cero pozos en la zona. Hoy hay más de 2 mil.

Víctor Hugo Michel 

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