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Yadier Molina, el jugador más esencial de Cardenales

Se trata del cuarto Clásico de Otoño en que Molina participa desde 2004, aspirando a conseguir un tercer anillo de campeón además de los que consiguió en 2006 y 2011.

México

Durante una conversación con periodistas en el último Juego de Estrellas, Adam Wainwright sintetizó perfectamente el relieve que la sagacidad de un receptor como Yadier Molina representa para los Cardenales de San Luis, un equipo cargado con lanzadores novatos.

Los Cardenales cuentan con Michael Wacha, un abridor de 22 años que se convirtió en el primer novato en recibir el premio al jugador más valioso de una serie de campeonato de la Liga Nacional desde Liván Hernández en 1997.

También tienen a una tanda de novatos para las tareas de cerrador (Trevor Rosenthal), preparador (Carlos Martínez), zurdo (Kevin Siegrist), derecho (Seth Maness) y relevo largo (Shelby Miller).

"Lo que hace Yadier con los pitchers es decirles que se olviden de los detalles", dijo Wainwright, quien a sus 31 años es el buque insignia de la rotación de abridores. "Cuando esos lanzadores jóvenes van al montículo, ellos cumplen con las instrucciones que da Yadier y lanzan con convicción, porque confían en él".

"También saben que si tiran una pelota mala, él sabrá bloquearla", prosiguió. "Además lanzan con convicción, porque saben que si hay un corredor en primera que busca robar segunda, él lo va a sacar out. Son tantas las cosas que hace para ayudar a los lanzadores. Hace que te sientas seguro de tu capacidad. Sin eso, un lanzador no es nada".

El puertorriqueño Molina estará detrás del plato en la Serie Mundial que los Cardenales disputarán desde el miércoles contra los Medias Rojas de Boston.

Se trata del cuarto Clásico de Otoño en que Molina participa desde 2004, aspirando a conseguir un tercer anillo de campeón además de los que consiguió en 2006 y 2011.

Cuando los Medias Rojas barrieron en cuatro juegos a San Luis en la edición de 2004, Molina era un novato de 21 años que se desempeñó como el suplente de Mike Matheny, hoy en día el piloto de los Cardenales.

Nueve años después, es el último sobreviviente de esos Cardenales, un equipo que siempre está en constante transición en cuanto a su nómina.

También es señalado como el mejor receptor en Grandes Ligas.

"Son muchas las cosas que hace sin que nadie se fije", dijo Matheny.

La maestría de Molina es trabajar con brazos jóvenes, algo preponderante en los Cardenales, que en esta postemporada cuentan con un roster en el que hay siete pitchers por debajo de los 25 años.

"Algunos dirán que es algo es difícil, pero para mí no lo es. Son lanzadores que tiene el talento para pitchear en Grandes Ligas, varios que tiran sobre 100 millas y que no tienen miedo", comentó Molina.

Si le preguntan a los lanzadores, la pieza más esencial del equipo es Molina.

"Es el paquete completo", dijo Jaime García, el zurdo mexicano que quedó fuera de la rotación tras sufrir en mayo una lesión en el hombro que le costó el resto de la temporada. "Si hablas con él, nunca está satisfecho, quiere seguir mejorando y aprendiendo. Es por eso que, como pitcher, le tengo toda la confianza. A la vez que digan es que es el mejor del mundo, es demasiado humilde".

Tanta es la jerarquía que dispone Molina que nadie se atreve a contradecirle el pitcheo que ha pedido.

"Eso es inconcebible, no me atrevería", dijo Miller, quien fue el novato con más victorias en las mayores este año con 15. "El éxito que he tenido en este primer año se lo debo a Yadier, todo un privilegio tener a un veterano".

Pero Molina no sólo se limita a brillar en el trabajo defensivo. Esta temporada bateó para .313 con 80 carreras remolcadas y 44 dobles, los mejores registros de su carrera, para poner su nombre en la lista de candidatos al Jugador Más Valioso. Su promedio fue de .373 cuando encontró hombres en posición anotadora.

Molina es el más joven de un trío de hermanos. José es el cátcher de los Rays de Tampa Bay. Bengie, cuya carrera de 13 años terminó en 2010, es ahora un instructor de bateo con los Cardenales.

Bengie cuenta que el despegue ofensivo de Yadier se debió a que primero se encargó de consolidarse en llamar bien los juegos.

"Es mejor bateador porque primero se hizo cátcher. El bateo llegó después. Ahora ve que puede hacer las dos cosas, ya con la experiencia que ha ganado y todo su trabajo", dijo Bengie.

Tras conquistar el campeonato de 2011 y producirse la salida de Albert Pujols, al firmar como agente libre con los Angelinos, San Luis decidió retener a Yadier a largo plazo, con una renovación de contrato que costó 75 millones de dólares para atarlo con el club hasta 2017. Un negocio redondo.

En una sesión de entrevistas en la antesala de la Serie Mundial, Yadier quitó peso una y otra vez cuando le recordaban que era el mejor receptor del mundo: "El mérito lo tienen los lanzadores. Por mi parte, el secreto es siempre hacer ajustes, no hay que quedarse en el mismo plan. Todo es cuestión de jugar sin tener miedo a tus instintos".

AP

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