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Jorge, Javier, Alejo y Otilio; la memoria gris del norte

En unas horas se cumplirán 5 años de un evento que conmocionó a la sociedad; al deceso de 2 estudiantes se sumó la muerte de un hombre que defendió su rancho y el de un joven rafagueado al sur de Monterrey.

México

MONTERREY.- Eran las 00:45 horas del 20 de marzo de 2010. Una ráfaga de disparos alertó a la zona sur de Monterrey. Tras el último balazo sobrevino un silencio sepulcral en el sector. Nadie sabía qué había ocurrido.Por redes sociales se hablaba de un enfrentamiento entre miembros del crimen organizado y elementos del Ejército Mexicano.

Minutos después de la balacera se difundió la noticia de que había dos personas heridas en los alrededores del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y que soldados estaban al interior de la institución educativa.Horas más tarde se confirmó lo que los propios estudiantes habían expresado por Twitter: los dos muertos en manos del Ejército Mexicano eran los alumnos Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo.

Al momento del enfrentamiento, los jóvenes abandonaban la biblioteca del Tec, después de haber pasado la noche estudiando para presentar exámenes trimestrales. La versión de las autoridades fue la siguiente: los soldados los confundieron con los sicarios a los que perseguían.La tragedia sacudió a la comunidad estudiantil y a la sociedad regiomontana, siendo uno de los casos más estremecedores del sexenio de Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico.

Las familias de los alumnos asesinados no han sido informadas sobre avances sustantivos en la investigación, y ninguna persona ha sido sentenciada por estos crímenes, de acuerdo con Amnistía Internacional, que solicita firmas ciudadanas para entregar una petición de justicia a las autoridades.

La organización Ciudadanos en Apoyo de los Derechos Humanos (Cadhac) también trabaja con este caso para asesorar a los familiares.La historia de Jorge y Javier, alumnos sobresalientes del ITESM, es solamente una de las muchas que quedan en el álbum de los recuerdos de los años más violentos de nuestro país, entre las que hay asesinatos, desapariciones y secuestros.

En ellas, no solamente han participado los delincuentes, sino que existe una constante violación de los derechos humanos por parte de las autoridades de seguridad en México.Esta época sangrienta manchó especialmente al norte del país, territorio fértil para que los cárteles de la droga pudieran realizar sus actividades ilícitas.

DEFENDIÓ LO SUYO HASTA LA MUERTESu cuerpo yacía junto a dos armas que fueron compañeras de la batalla que le costó la vida.Don Alejo Garza Tamez había sido amenazado por miembros del crimen organizado. Le dieron 24 horas para desalojar su rancho en las inmediaciones de Ciudad Victoria, Tamaulipas, donde pretendían establecer una base de operaciones; de no hacerlo se atendría a las consecuencias. Él se negó y les dijo que los esperaría.Don Alejo pidió a todos sus trabajadores retirarse y no laborar al día siguiente, mientras que él pasaba horas diseñando una estrategia de ataque.Reunió armas y municiones que había coleccionado desde su juventud y las colocó en puertas y ventanas. Esperó.Los delincuentes llegaron el sábado 13 de noviembre de 2010 a las 4:00 horas. Don Alejo estaba listo.Escuchó las camionetas llegar y se atrincheró. Sonaron los primeros disparos y amenazas. El hombre de 77 años, originario de Allende, Nuevo León, respondió con una ráfaga impresionante.

Los agresores pasaron de las armas largas a las granadas, pues creían que había un ejército de hombres dentro del rancho "San José". Finalmente huyeron. Don Alejo terminó con la vida de cuatro delincuentes e hirió a otros dos antes de morir, defendiendo con honor y valentía su patrimonio y a su gente.Los elementos de la Marina Armada de México llegaron al lugar, vieron al hombre muerto y se sorprendieron al reconstruir los hechos.Don Alejo no tuvo la suerte que imaginó, pero le arrebataron la vida, nada más. El rancho "San José" permanece tal como lo dejó Don Alejo.La historia fue tema durante meses en redes sociales y medios de comunicación, incluso varios artistas le escribieron corridos.Como él se cuentan por miles las víctimas mortales relacionadas a hechos violentos en Tamaulipas, que sigue siendo violentamente disputado por los cárteles de la droga.

'ERROR' MORTALLa familia Cantú disfrutaba una de las mayores alegrías: su hijo Otilio se acababa de casar y regresaba de su luna de miel.La felicidad se empañó la mañana del lunes 18 de abril de 2011, cuando Otilio salía de su casa para ir a trabajar. Eran las 5:45 horas y circulaba sobre Lázaro Cárdenas a bordo de su camioneta Ram, era a la altura de la calle Puerto San Blas cuando dio inicio una balacera.El joven de 29 años murió. Unos 20 militares del Grupo Caimán dispararon contra él, mientras realizaban labores de apoyo a la Policía Estatal.En el rostro de Otilio había seis disparos, la camioneta que conducía fue rafagueada y quedó con 30 impactos, en un acto que el padre de la víctima asegura fue 'con saña'.Cuando se dieron cuenta que era un civil inocente, los soldados ?sembraron? un arma junto al cuerpo de Otilio para inculparlo. Los militares, señalados como culpables de homicidio y faltas administrativas, aseguraron que confundieron a Otilio con un delincuente.

El 14 de febrero de 2014, después de meses en que la familia luchó para que los asesinos fueran acusados por tribunales civiles, el expediente de la investigación fue enviado a un Tribunal de Guanajuato.A pesar de que se les ha señalado como responsables, los militares no han recibido sentencia de ningún juez.Los padres de Otilio, como muchos otros en el país, siguen una lucha para que la justicia llegue para sus familiares muertos en manos de militares.Este caso es uno de los que se ha hablado constantemente ante el proyecto de establecer una Policía Militar en Nuevo León.Ciudadanos en Apoyo de los Derechos Humanos condenó la creación de este cuerpo de seguridad al señalar que dispararía de nuevo la violencia y la violación a los derechos de la ciudadanía.

LA MASACRE DE ALLENDELa historia se supo apenas en julio del año pasado. Fue a través de un medio de comunicación español que se informó sobre la desaparición de familias enteras en manos de un ejército de hombres armados que invadió una ciudad para cobrar venganza.?Procedentes del Este, unas cuarenta camionetas cargadas de hombres armados y encapuchados dejaron atrás los frondosos nogales que anuncian la entrada de Allende, Coahuila, sellaron los accesos y se repartieron por la población. Nadie se interpuso, nadie se enfrentó a los sicarios mientras sacaban de sus casas a decenas de familias y se las llevaban a la fuerza para cumplir la terrible venganza ordenada por Miguel Ángel Treviño Morales, el ?Z-40?, en aquella época el líder de Los Zetas, el más sanguinario cartel de la droga de México?, relata el diario Español El País.Durante varios días, los sicarios mataron y desaparecieron entre 200 y 300 personas que eran familiares de dos jefes de plaza de la localidad coahuilense que supuestamente habían traicionado al grupo de Los Zetas y huido después.A manera de venganza, los sicarios secuestraron a hombres, mujeres, niños y ancianos. Días después regresaron con maquinaria pesada a destruir todo. Unas 70 casas quedaron vacías y con innumerables impactos de bala. Otras fueron quemadas.?El torbellino del horror arrastró incluso a albañiles y personal doméstico que habían trabajado para los fugados. Sus casas fueron entregadas al saqueo; luego baleadas, incendiadas y finalmente horadadas con bulldozers. Todo ello a la luz pública y sin que la policía ni las autoridades movieran un dedo? relató el diario español.

El crimen quedó secreto durante tres años. Ninguna autoridad habló sobre eso, y hasta ahora no existe una lista oficial de las personas desaparecidas. El gobierno estatal localizó fosas con cientos de restos, pero no han sido identificados.En agosto de 2014, cinco delincuentes fueron detenidos por las autoridades de Allende, confesaron haber trabajado como ?cocineros? al servicio del grupo criminal para desaparecer a las familias de Allende.En noviembre el gobierno del Estado aseguró que daría a conocer la identidad de las víctimas, que dijeron eran muchas menos de 300. Hasta ahora no han realizado la identificación.?Esto es lo más cabrón que ha ocurrido en México?, dijo Reynaldo Tapia, entonces el alcalde de Allende, en entrevista para El País realizada en ?la frontera salvaje? de México.

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