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Revela Pepe Maiz el secreto del 'Juego Perfecto' del 57

En 1957, Monterrey se paralizó para escuchar por la radio el campeonato de la novena de niños regios que representó a México en Pensilvana.

México

MONTERREY.- Un niño casi adolescente se pone en cuclillas. Su rodilla derecha toca el césped, sus brazos sostienen en franco un bate de béisbol. Lleva puesta una franela que reza 'Monterrey', y una cachucha que le cubre el sol. No sonríe, hay determinación en su mirada, hay madurez en su expresión. Tiene 13 años y está a punto de que su nombre quede grabado en la historia porque junto con sus amigos habrá de demostrar que los límites y las fronteras son sólo un cuento torpe de adultos.El niño atiende la instrucción del fotógrafo y 60 años más tarde, el niño es ya un hombre, y en el pasillo contiguo a su oficina cuelga y muestra con orgullo ese viejo retrato."Es un recuerdo que te queda para siempre", dice José Maiz. En Su tono se escucha alegría con un golpe de tristeza. "Muchos ya se nos adelantaron", explica.Es una entrevista a propósito de la hazaña deportiva del equipo de Monterrey en el Williamsport de 1957. 'Pepe', está a punto de revelar un secreto.                           MONTERREY 1957Trate de imaginar cómo era Monterrey en 1957. Apóyese en el recuerdo de fotos viejas y películas, en las historias de sus padres y abuelos. Añada este dato: hoy en Monterrey (solo el municipio) viven un millón 109 mil personas. En aquél año, la población apenas pasaba el medio millón de habitantes según cifras del INEGI.No todos los niños iban a la escuela, mucho menos las niñas. La red de servicios básicos como el agua potable no terminaba de extenderse por toda la ciudad y en muchas zonas era necesario que la autoridad suministrara agua mediante tanques en camionetas e incluso carretas.Muchas zonas que hoy son altamente urbanizadas aún eran rancherías, y no era de extrañarse ver ganado y sembradíos en algunos puntos de la ciudad.Tener televisión era un lujo, pero tener una radio era más posible. Esta ciudad estaba muy lejos de saber lo que significaba una hazaña deportiva, ni siquiera el país conocía esa miel. En agosto de 1957, 14 niños emergidos de los barrios regios escribieron el primer renglón de la gloria deportiva para México. Ahí estaba Pepe.                        EL EQUIPO INTACTOPepe da razón de cada uno de sus compañeros con quienes jugó aquella serie de juegos que culminó con la aplastante derrota de la Mesa California en un 'juego perfecto' que a lo largo de la historia de Ligas Pequeñas no ha vuelto a verse."Quedamos Ángel (Macías), Enrique Suárez, Mario Ontiveros, Rafa Estrello, Gerardo González, Jesús Contreras y César Faz", dice. En el camino se adelantaron Norberto 'El Verdugo' Villarreal, Fidel Ruiz, Baltazar Charles, Francisco Aguilar, Alfonso Cortez, Ricardo 'El zurdo' Treviño y Roberto Mendiola."En deportes en conjunto no hay duda, lo más grande que ha tenido México es el campeonato mundial del 57", explica.La oficina de Pepe es un minúsculo santuario del béisbol. Tiene a la mano un álbum con recortes del periódico que su madre, en aquella época coleccionaba."Cada vez que salía una noticia de nosotros en los diarios, ella los guardaba".A diferencia de Ángel Macías, Pepe no continuó su carrera deportiva. Interrumpió para atender sus estudios universitarios y años más tarde, volvió al diamante esta vez portando la camisola 33. Pero todo lo vivido en aquella aventura, es el espíritu que lo guio a emprender en el béisbol, hoy al frente del club Sultanes de Monterrey y también como presidente de las Ligas Pequeñas de Béisbol.                            EL SECRETO"Nada es como hoy", Pepe es enérgico en esta declaración y sonríe a la ironía "que esperanzas que el día de hoy los papás dejen ir solos a los hijos a una aventura así. Nosotros íbamos solos y nos cuidaba César (Faz, el entrenador), pero éramos buenos muchachos, siempre cumplíamos lo que él pedía, era mucha disciplina", dice Maiz abriéndose a compartir los secretos de como él y sus amigos se convirtieron en héroes deportivos."Ángel no se había dado cuenta que pichó un juego perfecto", dice y agrega "hasta que ya veníamos de regreso a Monterrey, después de haber estado en la Casa Blanca y después e haber visitado al Presidente de México en la capital, cuando volábamos cerca del aeropuerto del norte el capitán nos dijo que nos asomáramos por la ventana, había una fila muy grande de personas que nos estaban esperando. Cuando íbamos hacia la Macroplaza íbamos en unos coches que se calentaron tanto porque no podía avanzar por toda la gente, nos quitaban las cachuchas y tuvimos que bajarnos y caminar hasta el Palacio de Gobierno. Entonces entendí que habíamos hecho algo muy grande", explica.

"Jugábamos a ganar, ganábamos porque nos gustaba jugar", explica. La competitividad que yacía en las mentes y los corazones de estos niños no estaba nublada por la imperiosa necesidad de la fama ni la fortuna. No querían ganar para ser los mejores, querían ganar porque sólo así sabían jugar.Hoy, Pepe guarda en su cartera un ideario basado en esta experiencia de vida. Una tarjeta enmicada que enlista lo siguiente:1. Trabajo en equipo2. Disciplina3. Obediencia4. Compañerismo5. Humildad al ganar6. Dignidad al perder7. No perder el piso8. Jugar duro pero limpio9. Esfuerzo (dar el 110%)10. Fe en Dios11. Todo sueño puede realizarse12. Pensar siempre positivo13. Superar la adversidad14. Motivación15. Valor16. Coraje17. Lealtad18. Perseverancia19. Actitud y aptitud20. Liderazgo21. Honestidad22. Respeto23 Nunca hacer bullying25. Los valores no tienen coloresmmr    

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