Agoniza panteón El Carmen por descuido

Monterrey.- Además de la flor de cempasúchil, el amarillo de las cintas de precaución resalta en los andenes del panteón El Carmen.Abierto al público en 1901, el camposanto resguarda una de las mejores muestras de mausoleos, esculturas y tumbas en su arquitectura y relevancia histórica.Sin embargo, al caminar por los andenes son evidentes las fracturas, desprendimiento o, incluso, derribo en la mayoría de las tumbas que integran el primer cuadro del cementerio.La situación no es nueva, pero sí se agudiza. En años anteriores se ha denunciado desde el derribo de tumbas y mausoleos, hasta el robo de una pieza escultórica, acontecido en 2010 y que se trataba de un busto de mármol erigido en la tumba del general Jerónimo Treviño.

"Se van cayendo solitas, ya ni las mueve uno por temor a que se caigan", explica don Héctor, velador en el panteón.El panteón El Carmen es uno de los más antiguos de la ciudad y en su interior están sepultados reconocidos industriales, empresarios, artistas y militares.Su diseño fue obra del arquitecto Alfred Giles, pero al interior se encuentran piezas que son consideradas como verdaderas obras de arte, producto de los talleres de mármol de Michele Giacomino o Augusto Massa. Más del 90 por ciento del mármol utilizado en el panteón procede de Italia.

Apellidos de empresarios como Sada, Muguerza o Rivero son reconocidos en los mausoleos; el benemérito de la educación en Nuevo León, Serafín Peña, o el poeta Pedro Garfias descansan en este recinto.Mausoleos como el de la comunidad española o el de la familia Cantú Treviño lucen en un buen estado de conservación. Un rostro distinto ofrece otros tantos con sus vitrales quebrados o las cubiertas derrumbadas."Tratamos de no subir a esas lápidas, no sabemos en qué momento se van a quebrar", dice Lucero, quien se encarga de limpiar las tumbas por 30 pesos.Aunque instituciones como el Conarte o el INAH en Nuevo León han intentado proteger el patrimonio artístico del panteón El Carmen, al ser un recinto privado, el mantenimiento de las tumbas ha sido dejado a los propietarios o herederos familiares.