Guerra de zona indígena contra el narco; el conflicto en Guerrero

Chilpancingo.- Desde hace ocho meses, la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), fundada en la zona indígena de la Costa Chica comenzó a penetrar en la sierra, la zona que ocupa el primer lugar a nivel nacional en producción de amapola y que, históricamente ha sido controlada por el crimen organizado.En Chilpancingo, vecinos de la zona del Filo Mayor se animaron a dialogar con los medios de comunicación para explicar la razón por la que la violencia se recrudeció en ese lugar, la franja de mayor producción de enervantes.Las mujeres refieren que cuando el grupo predominante era el de Los Rojos, bajo el mando de Leonor Nava Romero, mejor conocido bajo el alias de El Tigre había un clima de relativa tranquilidad.

Sin embargo, en el poder de las organizaciones delictivas de la zona se posicionó una nueva generación de líderes. Mencionan a Onésimo Castillo, Ángel Villalobos Arellano e Irineo Nava Millán, quienes tienen un perfil más agresivo y el instrumento para imponerse es el miedo."Ellos entran a la sierra y entre otras cosas, lo que hacen es tratar de sacar a la gente de sus pueblos; en Izotepec (municipio de Chilpancingo) hace un año quemaron casas, mataron al comisario y calcinaron a dos muchachos, nosotros bajamos a Chilpancingo para pedir el apoyo de las autoridades pero nadie nos hizo caso", dijo uno de los habitantes de la zona del Filo Mayor.Agregó que estando en el punto de la desesperación acudieron a la base que la UPOEG tiene en Buena Vista, en la ruta que va hacia el Valle del Ocotito.Con los resultados observados en la zona de Chicahuales, los comisarios de 40 pueblos comenzaron a organizar reuniones, la dirigencia de la UPOEG les convenció sobre la necesidad de que integraran sus propias guardias comunitarias y ellos lo aceptaron.La organización que crecía entre los comisarios alertó a los grupos delictivos que controlaban la zona, lo que derivó en actos de hostigamiento, fue cuando se generó el atentado que cobró la vida de Joaquín Romero Ríos, comisario de Polixtepec, y su comisario, Víctor González Luna, el pasado 5 de noviembre.

"A Joaquín lo mataron solo por acudir a una reunión, eso no se vale", lamentó.Dos días después del crimen del comisario, la UPOEG entró a Polixtepec se confrontó con una célula de los Villalobos, murieron tres presuntos sicarios y siete comunitarios resultaron heridos.Una semana después se generó la confrontación en las inmediaciones de Ojo de Agua, en donde los habitantes de la sierra que bajaron a Chilpancingo denunciaron que hubo una actuación parcial del personal que el Ejército tiene en la sierra."Desarmaron a varios comunitarios y los tiraron en Ojo de Agua, ellos corrieron para el monte y se salvaron, pero a dos los mataron porque no conocían los caminos", dijo.Los militares fueron retenidos cuando pretendían llegar hacia Los Morros, municipio de Leonardo Bravo y tomar una brecha que conduce al Naranjo, lugar en el que un grupo de delincuentes los esperaba para recibir desarmados a más de 60 comunitarios de la UPOEG."No lo consiguieron porque los paramos, les cerramos el paso y los obligamos a que nos los entregaran junto con las armas que despojaron a los emboscados en Ojo de Agua, por eso se evitó una nueva masacre", aseguró.El panorama en estos momentos para la zona es muy complicado, los denunciantes advierten: "si no detienen a los Villalobos correrá mucha sangre, porque ya no queremos que nos humillen ni que anden agarrando a nuestras hijas solo porque están bonitas; ya tenemos el acuerdo de no volver a dejarnos".