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Las monjas que cambiaron el rompope por la venta de mariguana en Internet

La actividad de las Hermanas del Valle les ha ganado fama internacional; elaboran productos y los envían a todo el mundo.

México

EU.- En la misma escena conviven lo espiritual y lo mundano, lo prohibido y lo religioso, la tradición y el tabú: dos monjas exhalan humo mientras se pasan un cigarro de mariguana. Dos hábitos: su indumentaria y el consumo de la droga.Son las Hermanas del Valle, originarias del condado de Merced, en el valle central de California, Estados Unidos. Su activismo a favor de la planta les ha ganado la atención y fama internacional. Desde una ubicación secreta, fabrican y envían productos con cannabis a todo el mundo. Más que una congregación, son mujeres de negocios.Mientras en México la prohibición de la mariguana sigue generando violencia y se avanza lentamente hacia su regulación para el uso medicinal, a unos metros de la frontera están listos para legalizarla por completo. California pudiera convertirse en noviembre en el primer estado fronterizo que acepta su uso recreativo.

Las Hermanas del Valle han aprovechado el ímpetu de "la industria con mayor crecimiento en Estados Unidos", según una reciente investigación del ArcView Group."Esto es científico, no es mágico ni místico. Somos mujeres espirituales pero seguimos a la ciencia. Creemos que la ciencia nos dirá que nuestros hijos la necesitan en su cereal cada desayuno para una salud óptima", afirma la hermana Kate, fundadora del negocio.Sus tinturas y ungüentos se venden hasta en 85 dólares la pieza. Su centro de operaciones es una finca rodeada de árboles. Tienen cuatro empleados, dos casas, una capilla al aire libre y una bodega. La ley estatal solo les permite cultivar 12 plantas, pero éstas son suficientes para producir 50 mil dólares de producto al mes, unos 900 mil pesos, trabajando solo dos semanas.Por eso admiten que su vocación no es un trabajo de tiempo completo: "De luna nueva a luna llena, somos estrictamente veganas y célibes. Pero de la luna llena a la siguiente luna nueva somos mujeres libres y el uniforme es opcional", explica la hermana Kate, quien justifica el hábito con la vestimenta de las antiguas sanadoras.La más joven de las monjas es la encargada del cultivo. La hermana Darcy, de 25 años, fue elegida por sus conocimientos en horticultura y su experiencia en granjas orgánicas en Estados Unidos y Nueva Zelanda."Estas plantas son mis bebés", dice mientras las abraza en un pequeño invernadero. "El tiempo que paso con ellas es espiritual para mí. Vengo y les pongo canciones, creo que disfrutan de mi compañía".

Las condiciones ideales para su cultivo son estrictas. La hermana Darcy detalla que es necesario tener un flujo constante de aire, monitorear la temperatura para que no supere los 30 grados centígrados y mantener la humedad en alrededor de 55 por ciento. Estudiantes universitarios las ayudaron a instalar la iluminación necesaria: azul cuando están pequeñas y rojiza cuando alcanzan su mayor altura.Cuestionada sobre la violencia que la prohibición genera en países como México, el rostro de la hermana se transforma y sus ojos se vuelven vidriosos. "Es terrible, me dan ganas de llorar. Mucha gente sigue muriendo y yendo a la cárcel, otros están enfermos y también mueren. Simplemente no es justo", responde.Las Hermanas del Valle reciben pedidos en su página de Internet. Su vocero y también socio, el neoyorquino John Patrick Patti, afirma que la demanda es creciente y que han enviado paquetes a Sudamérica, Europa e incluso Asia. Los productos son acompañados con certificados de laboratorio, en caso de que sean inspeccionados."Analiza las opciones: puedes ir con los cárteles o puedes acercarte a empresas dirigidas por hábiles mujeres de negocios", argumenta Patti, quien también se hace llamar el hermano John.Kate y Darcy acuden cada semana a un café ubicado en la avenida principal de Merced para entrevistarse con sus clientes locales. Cargan una canasta con productos y bolsas con semillas para regalar a los curiosos. Los residentes de Merced, muchos de ellos latinos, se acercan a las hermanas para pedir su consejo y obtener algún descuento.Una de ellas es Cinthia Sánchez, originaria de Aguililla, Michoacán. Cuenta que su padre de 80 años padece dolor crónico y que los medicamentos recetados por su médico no han logrado aliviarlo. "Compré un botecito, no sé con qué está hecho, solo sé que tiene mariguana y que mi papá le tiene mucha fe. Vamos a tratarlo por primera vez", comparte en entrevista.Pero también hay clientes antiguos, como la señora Marcia St Claire, quien sufre de artritis. Muestra sus nudillos y relata que tuvo que cortar su anillo de bodas. Las monjas le venden un bálsamo que la alivia como ningún fármaco tradicional. "Usted sabe, llega un punto en que es necesario descansar del dolor".

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