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Conflicto en Siria sólo dejará ruinas: Benedicto XVI

Deploró las "incesantes masacres" cometidas en los últimos tiempos en territorio sirio, "teatro de espantosos sufrimientos entre la población civil".

México

Ciudad del Vaticano ? Benedicto XVI advirtió hoy que el conflicto violento en Siria sólo dejará como resultado ruinas y "no conocerá vencedores, sino sólo vencidos", por ello lanzó un llamado a las partes involucradas a deponer las armas.

En un discurso pronunciado ante más de 150 miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, a quienes recibió durante una audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano, el papa urgió a retomar el camino del diálogo en ese país.

Deploró las "incesantes masacres" cometidas en los últimos tiempos en territorio sirio, "teatro de espantosos sufrimientos entre la población civil" y pidió a los embajadores sensibilizar a sus gobiernos para que faciliten las ayudas necesarias para afrontar la grave situación humanitaria.

También se refirió a otros focos de tensión en Medio Oriente y renovó su deseo de que israelíes y palestinos, con el apoyo de la comunidad internacional, se comprometan en una convivencia pacífica dentro del marco de dos Estados soberanos.

Pidió que después del reconocimiento de Palestina como Estado no miembro de las Naciones Unidas, se busque concretar una solución consensuada, en la cual se preserven y garanticen el respeto de la justicia y las aspiraciones legítimas de los dos pueblos.

"Jerusalén, que seas lo que tu nombre significa. Ciudad de la paz y no de la división; profecía del reino de Dios y no mensaje de inestabilidad y oposición", añadió.

Más adelante expresó su solidaridad con el pueblo iraquí, para el cual auguró la reconciliación y la estabilidad deseada, y animó a los cristianos a dar un testimonio eficaz para la construcción de un futuro de paz con todos los hombres de buena voluntad en Líbano y en toda la región.

A lo largo de su mensaje, pronunciado en francés, el líder católico abordó la situación en otras zonas del mundo como África del Norte donde solicitó garantizar a los cristianos la plena ciudadanía, la libertad de profesar públicamente su religión y la posibilidad de contribuir al bien común.

Se dijo cercano a todos los egipcios, que en este período implementan nuevas instituciones, y alentó los esfuerzos para construir la paz en África subsahariana, sobre todo allí donde permanece abierta la plaga de la guerra, con graves consecuencias humanitarias.

Lamentó la inestabilidad en el Cuerno de África y en la República Democrática del Congo, donde las violencias se han reavivado, obligando a numerosas personas a abandonar sus casas, sus familias y sus ambientes.

Denunció los ataques contra cristianos en Nigeria, donde los atentados terroristas en diversas iglesias provocaron numerosas víctimas, como si el odio quisiera transformar los templos de oración y de paz en centros de miedo y división.

"Malí está también desgarrada por la violencia y marcada por una profunda crisis institucional y social, que exige una atención eficaz por parte de la comunidad internacional", dijo.

"Espero que las negociaciones anunciadas para los próximos días en la República Centroafricana devuelvan la estabilidad y eviten que la población reviva los horrores de la guerra civil", agregó.

El papa reflexionó además sobre la verdad, la justicia y la paz las cuales actualmente, aseguró, son presentadas como una utopía porque, según parece, resulta imposible conocer la verdad y los esfuerzos por afirmarla a menudo desembocan en la violencia.

Indicó que de acuerdo con una concepción muy difundida el empeño por la paz consistiría en una búsqueda de compromisos que garanticen la convivencia entre los pueblos o entre los ciudadanos dentro de una nación.

Pero precisó que desde el punto de vista cristiano, por el contrario, existe un vínculo íntimo entre la glorificación de Dios y la paz de los hombres sobre la tierra, de modo que la paz no es fruto de un simple esfuerzo humano, sino que participa del mismo amor de Dios.

Estableció que es el olvido de Dios, en lugar de su glorificación, lo que engendra la violencia porque sin una apertura a la trascendencia el hombre cae fácilmente presa del relativismo, resultándole difícil actuar de acuerdo con la justicia y trabajar por la paz.

Señaló que además del olvido de Dios, también su desconocimiento es peligroso porque causa el fanatismo pernicioso de matriz religiosa aunque, en realidad, se trata de una falsificación de la religión misma.

"Compete ante todo a las autoridades civiles y políticas la grave responsabilidad de trabajar por la paz. Ellas son las primeras que tienen la obligación de resolver los numerosos conflictos que siguen ensangrentando a la humanidad", estableció.

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