Las lágrimas cayeron por las mejillas de algunos jugadores. Especialmente de Oscar, David Luiz y Bernard. Thiago Silva ejerció de capitán y acudió uno por uno a ofrecer su consuelo a sus compañeros. Nada que ver con el público. La grada mantuvo el tipo. Aunque rostros desencajados fueron contemplados a medida que caían los goles del lado alemán. Luiz Felipe Scolari intentó mantener el tipo. Hizo un corro en el centro del campo y pidió cabeza alta a sus futbolistas, protagonistas del mayor varapalo del fútbol brasileño en toda su historia.