El rugby es un deporte más que rudo, pero de pronto los golpes se salen del terreno de juego y se vuelve una batalla campal fuera de control. Esto sucedió en la gran final de la Ron Massey Cup en Australia cuando se enfrentaban los Montañeses de Mount Pritchard y los Tigres de Entrance. Apenas se llevaban 35 minutos en la primera parte cuando los ánimos se empezaron a caldear de más y a fuera de la cancha empezaron a darse golpes de todos los tipos y calibres. Y en este deporte una vez que empiezan los golpes más allá del juego es muy difícil detenerlos, incluso ayer pocos se acuerdan del resultado, que favoreció a los Tigres 22-18.