La reciente entrega del Balón de Oro sueco marcó uno de los momentos más emotivos en la carrera del delantero Zlatan Ibrahimovic. Al recoger su premio como Mejor Jugador Sueco, por novena vez en su carrera, la estrella del PSG no pudo contener el llanto en la gala celebrada en Estocolmo. El ariete escandinavo dedicó el trofeo a los ex futbolistas Klas Ingesson y Pontus Segerstrom, quienes perdieron la batalla contra el cáncer. El hermano de Ibrahimovic murió por la misma causa.