Al igual que en la edición anterior la lluvia apareció previo al duelo del orgullo. En un lapso mayor a los 30 minutos una pertinaz lluvia se convirtió en fuerte aguacero y sorprendió a todos en los alrededores del estadio Universitario. Los tradicionales puestos tanto de comida como de playeras se vieron afectados, teniendo que tomar medidas rápidas para salvar sus productos. Incluso los jugadores de Tigres se vieron afectados al verse sorprendidos a su llegada al llamado Volcán. Sin embargo quedó demostrado que se necesita más que un aguacero para apagar una fiesta como el Clásico regiomontano. José Luis Garza