En medio de la niebla, en la sierra de Santiago, las luces de los vehículos con familias dibujaban sus trazos en ruta a la ilusión de encontrarse con la anhelada nieve. Un grado sobre cero y mucha humedad aumentaba la expectativa. Y sonrientes, los visitantes en El Manzano, esperaban ansiosos que el cielo clareara y permitiera disfrutar el espectáculo que seguramente se escondía de todos. Muchos subían por gusto. Otros por necesidad, como esta familia que emprendía un penoso viaje de tres horas y media hacia la comunidad de La Cebolla, en Rayones, Nuevo León, poblado de apenas 40 habitantes en un sitio a 2 mil 800 metros sobre el nivel del mar, un kilómetro más alto que el Cerro de la Silla. Mientras tanto, en Laguna de Sánchez, a mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Los habitantes se preparaban para enfrentar el invierno, que en este lugar aun no ha demostrado su rigor. Este viernes, la temperatura de 8 grados centígrados y con solecito, era mucho más benigna que las congelantes condiciones en Monterrey. Y sobre la laguna seca, convertida en tierras de labor, verdeaban los sembradíos de trigo. Por el entronque de San Isidro con la carretera a Saltillo, aun predominaban los mechones blancos de la última nevada, inalcanzable para los ansiosos visitantes que debieron resignarse a mirarla de lejecitos, cuando se le permitían las nubes peregrina. Ah, y otra cosa, soplaba una tibia brisa que parecía más de primavera. En la sierra, el fuerte viento y el sol animaron a la gente a salir a lavar? Y más tarde inició el regreso a la niebla y al frío de la procesión de vehículos que no hallaron la ansiada nieve, pero sí aprovecharon la gran oportunidad de la convivencia familiar. Crónica de Joel Sampayo Climaco, Reportero del Aire