Monterrey.- Debido a que la herida de bala que sufrió en el cuello no resultó de consideración, el menor agredido en la colonia Valle de Santa Lucía sólo estuvo hospitalizado durante unas horas. Entre las 2:00 y las 10:00 de la mañana, Javier Alejandro Robledo Serrano fue sometido a diversos estudios y permaneció bajo observación en el hospital Universitario. El adolescente de 14 años presenta una pequeña lesión en la parte posterior del cuello que, aunque le provocó fuertes dolores e inflamación, no es considerada grave. En el transcurso de la mañana regresó a su vivienda, ubicada en la colonia Fomerrey 6-Fray Servando Teresa de Mier, en la zona norte de Monterrey. Allí relató que, poco después de la 1:00 horas del jueves, durante los primeros minutos de la Navidad, caminaba junto con su novia por calles de la colonia Valle de Santa Lucía. Se disponía a dejar en su casa a la también menor de edad, Casandra Cervantes, de 15 años y quien habita a unas siete u ocho cuadras de donde él vive. De pronto, en las calles Luis Echeverría y Artículo 123 fueron interceptados por unos 15 pandilleros que suelen reunirse y causar desorden en las calles José María Gutiérrez y José María Elizondo. Los jóvenes, casi todos también adolecentes, intentaron despojar de sus pertenencias a la pareja, por lo que los afectados decidieron retirarse corriendo. Fue en esos momentos que uno de los desconocidos accionó una pistola, haciendo blanco el proyectil en Robledo Serrano. La víctima y su novia buscaron refugio y apoyo en un domicilio y desde allí pidieron la ayuda de la Cruz Verde, mientras los agresores se dispersaron en las calles del sector. En la tranquilidad de su casa, el afectado negó tener problemas con los jóvenes del sector, afirmando la versión de que quisieron asaltarlo. Indicó que al momento del ataque sólo sintió calor en el cuello y al tocarse con sus manos se dio cuenta de que estaba sangrando. Hasta la tarde del jueves las autoridades no habían reportado la identificación o captura del responsable de la agresión. FOTO Y TEXTO: AGUSTÍN MARTÍNEZ