MONTERREY.- A 25 metros de altura sobre una ciudad dinámica, una escultura femenina de seis metros se yergue sobre un ennegrecido arco de piedra representando a la patria. Pero en 1997 fue obligada a bajar porque amagaba con desplomarse. Un bamboleante brazo a punto de desprenderse lanzó la voz de alerta. "En ese entonces nos dimos cuenta que la mano izquierda que sostiene la bola tenía una cinta de aislar y todos esos movimientos le deterioraron parte del abdomen", dice Felipe Camacho Becerra, responsable de la restauración de la mítica figura. Durante cuatro meses, los talleres de la Escuela Industrial Álvaro Obregón se convirtieron en una especie de gigantesca sala de cirugía reconstructiva. Había que reparar los daños del tiempo, la contaminación, la intemperie y el vandalismo."La figura tenía nueve balazos, nueve perforaciones de bala, algunas de una abertura de cuatro pulgadas; el brazo todo suelto, el interior de la escultura estaba toda dañada", dijo Camacho.Fue el 10 de mayo de 1997 cuando ya, con sus heridas restañadas, se realizaron las maniobras para volverla a su lugar. ¿Y cómo está la famosa mona a casi 20 años de distancia?"Ahorita yo pienso que deben darle otro mantenimiento, volver a bajarla", considera.Según su opinión, el Arco de la Independencia seguirá ahí, con su escultura de 600 kilos representando a la patria, golpeada, llena de cicatrices, pero aún de pie.