Monterrey.- El caso reciente del joven Jesús Mario Mireles, quien presuntamente murió cuando un policía de Cadereyta accionó su arma contra él, se suma a otros homicidios, en los que los guardianes del orden se ven involucrados. El pasado 2 de agosto, el caddie Rolando García Sánchez, de 32 años, quien iba a bordó su coche Spirit modelo 1998, fue confundido con un sospechoso. El padre de familia fue interceptado por policías de Fuerza Civil, que le marcaron el alto, después sobrevino una persecución en la que García Sánchez murió por impactos de bala de uno de los uniformados. El 11 de enero del 2013, Adrián Javier González Villarreal, de 20 años, y su novia Gladis Soto Gallegos, viajaban en un vehículo Jetta rojo y fueron interceptados por policías de Santa Catarina, mientras presuntamente se trataba de localizar a personas sospechosas. Al resistirse y tratar de huir, tres balazos de un arma que era utilizada por un policía (uno de los cuales se impactó en la parte posterior del cráneo) le quitaron la vida al joven. Un caso más fue el de Eduardo Cerda Villarreal, de 18 años, quien encontró la muerte por impacto de arma de fuego en la espalda, tras resistirse a una revisión por parte de policías de Guadalupe; ocurrió en marzo del 2013. Años atrás, el 18 de abril del 2011, Jorge Otilio Cantú fue asesinado en Monterrey cuando se dirigía a su trabajo. Militares dispararon en su contra cuando realizaban tareas correspondientes a la Policía Estatal. FOTO: Archivo GUADALUPE SÁNCHEZ