Monterrey y sus pueblos gozan de un permanente y maravilloso espectáculo. Se trata de sus montañas, una riqueza que muchos quisieran disfrutar. Son interminables las cordilleras con acantilados majestuosos y suaves lomas pobladas de pinos. Así son sus sierras, un patrimonio que el mundo nos regala y que algunas veces no alcanzamos a apreciar en su verdadera magnitud. Y de pronto, de vez en cuanto, en algún invierno las cumbres del estado de Nuevo León son visitadas por la nieve, que magnifica el paisaje equiparándolo con cualquier paraíso. El amanecer del 2014 ha sido de un frío crudo e inclemente, pero su rigor es compensado con las estampas alpinas que decoran lo más alto de las montañas del noreste de México. Y ese espectáculo hay que compartirlo, pregonarlo y lucirlo. La serranía, prodiga de flores y fauna es también una oportunidad de la contemplación a la tranquilidad y a la meditación. Son esos perfiles como el carácter de su gente, a veces apacible, en ocasiones inquieta. Así es México, así son sus montañas. Joel Sampayo Climaco.