Los Ángeles.- Duke era un perro feliz y muy amado por su familia humana que lo adoptó hace tres años hasta que le fue detectado un agresivo cáncer. Aunque sus dueños tomaron la difícil decisión de cortarle una pata, la enfermedad ya se había esparcido por todo su cuerpo y ningún tratamiento lo salvaría. Es por esto que sus dueños tomaron una difícil decisión: dormirlo para siempre, y así evitar su sufrimiento. Sin embargo, antes sacrificarlo, su familia organizó una fiesta de despedida: un gran día de juegos y mucho cariño. Quizá Duke nunca supo que se estaban despidiendo de él, pero con seguridad, le transmitieron cuánto lo querían. FOTO: Especial TELEDIARIO DIGITAL